lunes, 9 de julio de 2012

Bajo presión





Bajo presión. by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Harl:


-¡Mamá! ¡Mamá!

-Te llaman a ti- musita él a mi lado, girándose de manera que quedamos encontrados uno frente al otro, cada quien hecho un ovillo, cubiertos a medias, con las mantas hasta la cintura.

-Me pregunto por qué no se saben otra palabra- contesto con voz todavía adormilada, sentándome en el colchón. Con la cabeza hecha un nido, me zumban los oídos debido a la rapidez con la que he debido moverme- ¿Quién los sacó de sus cunas?

-Seguramente fue Grace- replica mi marido, volviéndose a cubrir la espalda con la suave manta color canela que anteriormente nos arropaba a los dos. Ahora, con los pies sobre la alfombra, me levanto en un movimiento, sintiendo frío de inmediato. La temperatura está demasiado fresca como para ser ya febrero- Sabes bien lo que piensa de ellas...

-¿Por qué rayos no pudo quedarse como chef nada más? ¡Pero no...! ¡También teníamos que estudiar "Psicología" para entender al cliente y crear una atmósfera agradable!- me quejo abiertamente, alcanzando mi bata, la cual tomo de la silla más cercana. Esa silla, que al principio formaba parte de mi estudio, ahora ha pasado a ser una especie de cómoda tanto para mi ropa como la de Tom.

-Culpa a Bill, él es el que le paga los estudios...- farfulla él de último, antes de aplastar la cara contra la almohada.

-Sí, como no...- me burlo, volviéndome a subir a la cama para darle una nalgada que le saca una sonrisa instantánea- Como si tú no contribuyeras también, haciendo que el negocio marche de maravilla...

-Oye, nena; yo sólo me dedico a lo que sé hacer: ser excelente- replica él, cargado de orgullo- Agradece que te casaste con, ¡el mejor productor...!

-De Los Angeles...- completo la frase riéndome también- Sí, como no... me voy, o comenzarán a llorar en...

-Tres...

-Dos...

-Uno...

-¡Mamá, mamá!- insisten, sus voces avanzando a lo largo del pasillo hacia mí.

-Nuevo error paternal que agregar a la lista- le comento a Tom, moviéndome hacia la puerta de la habitación- Enviarlos a terapias del lenguaje temprano.

-Con el siguiente esperaremos hasta que cumpla cinco años para enseñarle a hablar- se burla Tom- Ahora, a lo que te truje, chencha.

-¡Ya voy, mis amores!- exclamo, dirigiéndome a mis hijos, quienes sé que pueden escucharme- ¡Vengan a la recámara! ¡Papá ya está despierto!

-¡Harl, no...! ¡Tuve concierto anoche!

-¿Ah sí? Tenías suficientes energías hace dos años como para embarazarme, muévete- lo reto, ya de pie en el umbral de la puerta, donde observo con ternura sus pequeños pies desplazarse hacia mí. Con ternura y una voz que jamás me imaginé tener, los recibo a ambos con brazos abiertos- ¡Hola, bebés! ¿Cómo durmieron?

-Mamá, mamá...- repiten con presteza, comenzando a correr en mi dirección. Sabedora de lo que está a punto de suceder, abro ambos brazos, para cargarlos a los dos al mismo tiempo. Ya en el aire, jugueteo con ellos moviéndolos de un lado para el otro con toda la fuerza que me permite mi cuerpo.

-¡Miren, pero si papá los estaba esperando a ambos!- me burlo, colocando al par de niños, quienes dentro de poco tiempo cumplirán los dos años. Inmediatamente, ambos se echan a gatear hacia su padre quien, al verlos, se cubre por completo con la cobija.

-¡Claro que sí!- miente éste, completamente oculto- ¡Vamos a jugar a un juego, niños! ¡Haber quién tarda más tiempo en encontrar a papá!

-Muy gracioso...- respondo, tomando a Robbie de la cintura, quien ya se aproxima hacia una de las orillas del colchón. Inmediatamente, el bebé abre y cierras sus manos repetidamente, en un gesto que me permite conocer la añoranza con la que quiere reunirse con su padre. Ellos dos tienen un vínculo muy especial- Sin embargo, tenemos que apurarnos todos porque tengo que pasar a dejarlos a la estancia...

-Creí que Grace iba a estar aquí- replica Tom, descubriéndose por completo, al mismo tiempo que toma a Caroline entre sus brazos. En silencio, la niña toma una de las rastas de su padre y demostrando su magna curiosidad, tira de ella y juguetea con el trozo de cabello entre sus diminutas manos.

-Tiene que ir a ver a algunos proveedores...

-Pensé que había ido ayer- insiste mi marido, renuente a que llevemos a los niños al novedoso y costoso centro infantil al que solemos llevarlos cuando nadie puede cuidar de ellos- Me lo comentó en la cena.

-No, estuvo revisando el menú para su siguiente temporada. Tal vez te confundiste- le explico, poniéndome de pié finalmente- Como sea, necesito que me ayudes a vestir a los niños. Tengo una serie de juntas importantes hoy y Héctor no va a estar en la oficina, así que ni siquiera se los puedo dejar a él.

-¿Harryo...?

-Latinoamérica- contesto de inmediato, dirigiéndome hacia la puerta de la recámara- Tenía que entrevistar a no sé qué escritor para un artículo de la revista.

-Klaus...

-En sus clases de paracaidismo; te dijo que comenzaba hoy.

- Hagen...

-Escogiendo las invitaciones para la boda.

-¡Bill!

-Tiene que ir al estudio contigo, ¿No? Y se va a salir un poco antes para venir a la junta que tenemos en la oficina- le explico, ya fuera de la recámara, casi a gritos- ¡De verdad! ¡No hay alguien disponible!

-¡Mi mamá!- propone de último mi marido, verdaderamente en contra de que nos separemos de nuestros hijos durante tanto tiempo.

-¡En Barbados! ¡Se fue hoy a primera hora de la madrugada!

-¡Agh...! ¡Está bien! ¡Me los llevo yo!

-¡Gracias, amor!- repongo, ya casi a la altura de la recámara de mi cuñado. Justo a tiempo, éste sale con su hija mayor, Sam, cargando en brazos, completamente dormida.

-Vaya... creí que era el único delegado de los hijos hoy...- me saluda todavía medio dormido.

-Para que veas que en esta casa hay igualdad de género- bromeo con él, siguiendo mi camino- ¿Qué hace en tu recámara?

-Ha estado teniendo pesadillas recurrentes las últimas dos noches, e insiste en dormir con nosotros- me explica el hombre del descomunal cabello recortado a la altura de la barbilla- ¿Los tuyos qué hacían allá?

-A tu brillante esposa le pareció adecuado sacarlos de sus cunas cuando se fue en la mañana- le explico, llegando al cuarto de mis hijos, cuya puerta abro con mi única mano libre mientras, en la otra, el bebé que sostengo en vilo jala mechones aleatorios de mi cabello.

-Sabes lo que piensa...

-Cuando los cuide ella...- menciono de último, metiéndome a la habitación. Gustosa, me doy cuenta de que Tom ya viene atrás, en el pasillo, con Caroline entre sus brazos, pegándole en su pecho desnudo con las diminutas palmas de sus manos.

-Acuérdate de...

-Ya te dije que dejes de mimarlo así- me responde él, abrochando el cinturón de seguridad- Se va a acostumbrar y al rato no va a querer comer otra cosa...

-Es mi bebé y puedo hacer lo que quiera con él- sonrío abiertamente, revolviendo el cabello rubio de mi hijo menor- ¿No es cierto, Robbie?

-Mamá- contesta éste, con perfecta claridad. Esa y "papá", son las únicas dos palabras que conoce con claridad; fuera de eso, no sabe hacer otra cosa que expresarse señalando las cosas.

-Tomaré eso como un sí- repongo orgullosa- Nos vemos a las siete para...

-La cena, claro; ¿Cómo podría olvidarlo?- me cuestiona él, cerrando la puerta de su lado de la camioneta- Lo hacemos cada noche.

-Uno nunca sabe- replico con una sonrisa- Porque estoy comprobando que tienes una pésima memoria, cariño...

-¿Qué? Ya los ajusté a los dos en sus asientos, llevo las pañaleras, los biberones cargados, los juguetes de cada uno, el libro de cuentos de Caroline, los cambios de ropa por si se ensucian, los chupones y los baberos- responde el guitarrista con el que me casé, observándome escéptico tras sus gafas obscuras. A su espalda, el sol comienza a resplandecer en el horizonte, iluminando el vasto terreno de nuestro jardín.

-Vaya... tienes una tienda infantil en la cajuela- me burlo, sabiendo que mañana me toca a mí cargar el mismo arsenal- Me refería a que no me has dado mi beso de los buenos días.

-Ah, eso...- repone él con una sonrisa- Sí es que... me gusta que me lo pidas. Me hace sentir... importante.

-Sí, claro... y yo soy la reina Victoria, Dios me salve- bromeo, abriendo ambos brazos para recibirlo entre ellos- Ven acá, señor importancia...


-Niños, cierren los ojos; estoy a punto de besar a su madre de una manera muy poco platónica- replica éste, enredando sus brazos en mi cintura. Lentamente, me da un beso que me sabe justamente como los que nos dábamos cuando empezamos a salir, hace ya más de tres años.

-Como los del primer día...- musito, abrazándolo cariñosamente, con mi rostro pegado a su pecho.

-Es que sé que te gustan así- repone él entre risas- ¿Alguna otra cosa que se le ofreza, señora?

-Por el momento, estamos bien, Thomas- sonrío abiertamente, alejándome de él un paso a la vez- Que tengas buen día en el estudio. Ve a perseguir tu siguiente Grammy.

2 comentarios:

  1. Nooooooo espera. Tengo sentimiento encontrados. Necesito tener a la mano Recuerdos de Cristal mi memoria no es tan buena y yo me acuerdo que la primera parte terminó en un shock severo y que no eran dos niños y por qué ahora es nińa y niño. Ahhhhhhhh exijo que me des más referencias >_<

    ResponderEliminar
  2. xD jajajaja Zaybet ya tiene alzheimer, ya no se acuerda de cómo iba la historia...

    Ay, qué bonito... ¡Y qué fastidio con tanto chamaco! xD Bueno, pero chiquitos son preciosos...

    Creo que tenemos que darle a Zaybet un zape seriamente, sobre todo porque en Twitter dijo SIN MEMORIA en vez de SIN PALABRAS xD

    Como siempre, Harlu, espero el siguiente, sobre todo porque la primera parte me tuvo haciendo cada coraje ¬¬

    ResponderEliminar